«Millones de niños y niñas corren el riesgo de tener que trabajar como consecuencia de la crisis de la COVID-19»

Boletín CLADE

Otro problema que va más allá de la educación, pero que se agravó con el cierre de las escuelas, fue el trabajo infantil. Según el informe COVID-19 and child labour: A time of crisis, a time to act [COVID-19 y trabajo infantil: En tiempos de crisis, es hora de actuar], de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), millones de niños y niñas corren el riesgo de tener que trabajar como consecuencia de la crisis de la COVID-19, lo que podría propiciar un aumento del trabajo infantil por primera vez tras veinte años de avances.

Las estimativas globales en el 2017 indicaban que 152 millones de niños y niñas trabajaban en todo el mundo. Según dicho informe, la COVID-19 podría resultar en un aumento de la pobreza y por tanto en un incremento del trabajo infantil, ya que los hogares utilizan todos los medios disponibles para sobrevivir.

En abril de 2020, la Marcha Global Contra el Trabajo Infantil, red regional miembro de la CLADE, publicó una declaración sobre el impacto de la crisis que el mundo enfrenta, debido a la pandemia COVID-19, en la realización de los derechos de la niñez.

«Sabiendo que el COVID-19 ya ha perturbado la economía global y el trabajo continuo de los gobiernos para combatir problemas socioeconómicos como el trabajo infantil, la trata de personas y la esclavitud moderna; los investigadores de Delta 8.7 predicen que aumentará aún más el riesgo de los más vulnerables, aumentando el riesgo de explotación, incluido el trabajo infantil y los esfuerzos de respuesta se verán afectados», afirmó la red.

>> Lee el comunicado completo de la Marcha Global Contra el Trabajo Infantil

Es importante recordar que un año antes, en junio de 2019, en el marco del Día Mundial Contra el Trabajo Infantil, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) divulgó un informe que presentó la situación sobre el trabajo infantil en el mundo. Según el informe, 10,5 millones de niños, niñas y adolescentes trabajan en América Latina y el Caribe, de los cuales 6,3 millones realizan trabajos peligrosos.

Los datos muestran que el trabajo infantil prevalece en los quintiles de la población con menos ingresos, aunque se identifica en diferentes niveles sociales; se concentra principalmente en las zonas rurales; afecta sobretodo a adolescentes y predomina en actividades vinculadas al sector agrícola.

También se verifica que el trabajo infantil está relacionado con los ejes estructurantes de la desigualdad en la región de América Latina y el Caribe, afectando de manera diferenciada a los niños, niñas y adolescentes de acuerdo con el territorio donde nacen o viven, la edad, el género, la pertenencia étnica y el nivel socioeconómico.

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